Un objeto que represente tu conexión con el disfrute (puede ser una taza de café, algún recuerdo, una foto de un lugar que amás, una foto compartiendo con quien amas)
Instrucciones:
Prepará el espacio. Si tenés una velita, encendela con esta intención:
“Abro este momento para reconectar con la vida y con mi derecho a disfrutar.”
Cerrá los ojos. Hacelo en silencio, sentí el aire entrar por tu nariz. Llevá una mano a tu pecho y otra al abdomen. Permitite respirar profundo, sin apuro.
Visualizá el disfrute. Imaginá algo que disfrutes mucho pero te sentis desconectada: un deporte, cocinar, viajar, bailar, estar con alguien que querés, un momento de paz, tu hogar, tu profesión, el trabajo.
Sentilo cerca. ¿Cómo se ve? ¿Dónde lo sentís en el cuerpo?
Detrás de vos, visualizá tu sistema familiar. Están tus padres, abuelos, ancestros. Algunos de ellos quizás no pudieron disfrutar. Quizás trabajaron mucho, quizás sobrevivieron. Quizás disfrutar era un lujo que no se podían permitir.
Y en ese silencio interno, decí:
“Querida familia…Sé que para ustedes no fue fácil. Hoy los veo y los honro. Ustedes me dieron la vida. Y con esa vida… hoy yo elijo disfrutar.”
Tomá el objeto que representa el disfrute. Tenelo en tus manos. Sentilo como algo legítimo. Permitido. ¿ A quien sos leal si no disfrutas? ¿De quien aprendiste a no disfrutar?
Repetí:
“Hoy me doy permiso. Disfrutar no es ser egoísta. Disfrutar es agradecer la vida que me fue dada. Disfrutar es decirle que sí a la existencia.”
Cerrá con gratitud. Agradecé al cuerpo, a la vida, al momento. Apagá la vela (si encendiste una) como símbolo de este cierre.
Te puede interesar
Cerrar X
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia del usuario a través de su navegación. Si continúas navegando aceptas su uso.